¿Has asignado una tarea a un subordinado y hasta el último momento no te la entrega? ¿Has de redactar un informe pero no lo terminas hasta el último día aún teniendo una semana de tiempo? Esto se refleja en la Ley de Parkinson.
Esta famosa ley, que junto al principio de Pareto son dos de las Leyes de productividad más conocidas y utilizadas, dice que “el trabajo se expande hasta que se termina el tiempo disponible para su culminación”.
El historiador británico Cyril Northcote Parkinson formuló esta ley en 1957 después de observar durante un tiempo el Servicio Civil Británico. En ese tiempo comprobó que incluso las tareas más sencillas aumentan de complejidad cuanto más tiempo se le dedica. Con los años esta ley se ha aplicado a muchos ámbitos distintos entre ellos la productividad personal.
Por una cuestión cultural, pensamos que como más horas le dediquemos a algo mejor es. Pero la práctica demuestra que no es así; cuando sabemos que tenemos más tiempo nuestro cerebro se relaja. En cambio cuando sentimos la presión de la fecha límite nos centramos en realizar aquello importante y que debemos finalizar a tiempo.
Prácticas efectivas
Para aplicar la Ley de Parkinson en nuestro trabajo y hacerlo más efectivo hay dos opciones. La primera es reducir el tiempo que disponemos para hacer la tarea. ¿Cómo lo podemos hacer? Existen tres “trucos” que nos ayudaran:
- Marcar en el calendario la fecha en que finalizaremos y entregaremos la tarea.
- Dividir la tarea en partes si se trata de una tarea larga o difícil. Le asignaremos un plazo de tiempo determinado para cada una de las partes.
La segunda opción para trabajar de manera más eficiente consiste en establecer plazos de tiempo más ajustados para cada tarea, de esta manera evitaremos las distracciones, estaremos más concentrados y trabajaremos mejor.
Estos tips nos ayudarán a dedicarle el tiempo justo a cada una de las tareas y, así, ajustar su contenido a lo necesario para que el resultado sea claro y preciso; evitaremos realizar trabajos muy largos, ambiguos y con contenido innecesario.
Si aplicamos la Ley de Parkinson en nuestro día a día, conseguiremos adquirir el hábito de trabajar con la concentración adecuada y mejoraremos en la administración de nuestro tiempo para todas y cada una de estas tareas.
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