Los que tratamos la productividad personal sabemos que existen múltiples métodos y herramientas que nos ayudan a mejorarla, pero que no todos son igual de útiles y/o eficaces. No influye igual adoptar un hábito nuevo que utilizar una nueva herramienta. Nuestra productividad se verá más altamente potenciada gracias a la adopción del primero que si aprendiéramos a dominar una nueva herramienta o utilizáramos un nuevo truco.
¿En qué consiste?
Jerónimo Sánchez nos propone un método de mejora de nuestra productividad basado en la pirámide de la Productividad Personal. La pirámide se compone de cinco niveles o planos distintos, relacionados entre sí, que son: principios, hábitos, rutinas, herramientas y trucos.
Los niveles inferiores soportan a los superiores para que todos sean efectivos. Si hay carencias en algún nivel inferior seguramente los siguientes no sean igual de efectivos, a menos que estén bien desarrollados.
La pirámide de la Productividad Personal se compone de metodología e implementación o, como dice Jerónimo Sánchez, de Qués y Cómos. Es decir, llevamos a cabo un conjunto de hábitos basados en ciertos principios productivos (Qués) y se ponen en práctica mediante las rutinas, herramientas y trucos (Cómos).
Partiendo de esta base, es fácil entender que los niveles más importantes de cualquier sistema productivo serán los principios y hábitos – niveles inferiores – mientras que las rutinas, herramientas y trucos – niveles superiores – nos servirán para llevarlos a cabo. No tiene el mismo impacto modificar un truco que modificar un hábito o principio. Esto último es muy arriesgado si no sabemos lo que hacemos, ya que puede tener el efecto contrario a lo que deseamos.
Este modelo piramidal sienta las bases para cualquier sistema productivo que queramos adoptar, pero hemos de tener muy claro cuál es cada uno de los niveles que lo componen y qué se incluye en ellos. Los conceptos que están muy ligados y habitualmente se confunden son el de rutina y hábito. El hábito es la actividad que realizamos propiamente dicha, mientras que la rutina es la frecuencia con la que realizamos dicho hábito. Sabiendo esto, nos resultará más fácil hacer las distinciones pertinentes y empezar a utilizar la pirámide de la Productividad Personal.
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