Todos conocemos la fábula de la liebre y la tortuga, y cómo la constancia permitió a la tortuga ganar una carrera imposible. Y es que, muchas veces, le quitamos importancia a algo tan sencillo como mantener nuestra cabeza organizada y enfocarnos hacia un objetivo, sin saber que puede ser nuestra puerta a una mejor vida. En la entrega anterior te contábamos cómo puedes aprender a utilizar mejor tu tiempo en la oficina. Hoy, quédate con nosotros y descubre la importancia de la constancia en el trabajo, y cómo ésta puede llevarte al éxito.
Tabla de contenidos.
- Constancia: por qué es buena ( y deseable) para ti.
- Constancia: el desafío entre la rutina y los objetivos a alcanzar.
- Constancia: cuáles son las razones por las que te cuesta alcanzarla.
- Constancia: palabras finales.
Constancia: por qué es buena ( y deseable) para ti.
Pensemos un instante: ¿en qué situaciones te sientes más cómodo? ¿No prefieres un empleo en el que tengas claro qué hacer? Imagina si cada día que te conectaras al teletrabajo, o llegaras a la oficina, todo fuese diferente: la oficina estuviese pintada de otro color, o tu jefe fuera una persona diferente. Esto te causaría un factor de estrés muy poco deseable, ya que cada día deberías adaptarte nuevamente a tu entorno.
Y si bien la vida usualmente nos presenta desafíos a los que tenemos que adaptarnos (y eso es positivo), lo cierto es que la incertidumbre constante te tendría en un estado de alerta que no te permitiría dar lo mejor de ti en el trabajo. Como personas, valoramos la consistencia y la predictibilidad, y nos hacen sentir más seguros y confiados con nosotros mismos.
Entonces, ¿por qué a veces nos es tan difícil seguir con una lista o un cronograma? Porque también nos aburrimos si nos enfrentamos a un entorno que es siempre igual. Veamos por qué.
Constancia: el desafío entre la rutina y los objetivos a alcanzar.
Es cierto que también nos gusta un desafío al que le podemos presentar pelea. Y tal vez en ello esté el secreto: no es lo mismo enfrentarnos a un problema o a una situación de la que nada sabemos (volvamos al ejemplo de un entorno de trabajo o un jefe que cambia diariamente), que encontrarnos con un desafío que estamos capacitados para vencer.
Lo nuevo también es atractivo y emocionante, pero lo es en la medida en que tenemos las chances de pararnos frente a ello, y enfrentarlo. Imagina que has comenzado una nueva actividad. La que prefieras. Digamos, escalar. Pues bien, utilizando la lógica, comenzarás con terrenos poco escarpados. No irás, en primera instancia, a escalar el Teide a Tenerife, puesto que el desafío sería demasiado: cuando la recompensa no vale la pena el riesgo, elegiremos siempre quedarnos en la comodidad de lo conocido (que en este caso sería, caminar por un terreno plano como siempre… o no arriesgar nuestras vidas).
Tu cerebro busca siempre protegerte y sobrevivir, y te hará ver que quedarte en tu hogar probablemente sea una elección más sabia. ¿Cómo puedes superar este temor a las cosas nuevas? Un poco de organización nunca viene mal. Sigue con nosotros y descubre por qué ser constante no es tan difícil como parece.
Constancia: cuáles son las razones por las que te cuesta alcanzarla.
Tus objetivos no están claramente definidos.
De la misma manera en la que un niño no sabe bien por dónde empezar cuando le dices que sea más organizado, será difícil para ti también comenzar a hacer un cambio si no tienes directivas claras. Volviendo al ejemplo anterior, no dirás, simplemente, «iremos a escalar», te levantarás de tu sillón y conducirás hasta una montaña.
Lo importante es crear un itinerario o plan de acción claro y conciso, que te permita enfocarte más. Por ejemplo: «el sábado dedicaré una hora a investigar acerca de cómo comenzar a escalar». Teniendo un primer paso bien definido, tienes un objetivo en el cual enfocarte. Utilízalo como peldaño que te permita avanzar siempre, teniendo la meta firme. De esa manera, siguiendo un lineamiento de actividades te será más fácil enfocarte hacia lo que quieres conseguir.
Creas obstáculos que impiden tu avance.
Naturalmente, nuestro cuerpo intenta sobrevivir y ahorrar energía. Entonces, si antes de empezar una tarea descubres que las cosas que necesitas para realizarla están regadas por toda la casa, es más probable que te dé pereza y decidas seguir sin hacer nada. Imagina que has comenzado con tus clases de escalada, pero dejas los tenis en cualquier parte, la soga tirada en otro sitio y ni siquiera recuerdas dónde anotaste la dirección. Probablemente decidas, al final, que no vale la pena siquiera empezar, al encontrarte con tantos pequeños obstáculos que sortear.
Elimina los pequeños obstáculos. Prepara tu entorno, deja todos los elementos que necesitas para comenzar a trabajar en un mismo sitio (en este caso, podrías preparar un bolso con todos los elementos, y dejar la dirección en un post-it a la vista). Si logras hacer esto, será mucho más fácil para ti enfrentarte a desafíos mayores, cuando eliminas los pequeños problemas.
Te obsesionas con la meta.
Sí, sería genial lograr lo que deseamos en una semana. Ya sea figurar en el libro Guinness de los récords, realizar una gran venta o ascender en tu trabajo, lo cierto es que Roma no se construyó en un día. Y es lo mismo con las metas que nos fijamos. Si sólo estás pensando en conseguir tu anhelo lo más pronto posible, probablemente la frustración de no conseguirlo sea tan grande que decidas que no vale la pena el esfuerzo.
No te preocupes, esto también tiene solución. Si planteas tus metas como objetivos de aprendizaje (esto es, una competencia a adquirir), verás que el recorrido hacia esa meta será mucho más enriquecedor. Y en última instancia, si no consigues alcanzarla esta vez, habrás desarrollado capacidades que te permitan hacerlo en el futuro. Piensa que puedes convertir tus metas de la siguiente forma:
- Figurar en el libro Guinness: mejorar mis capacidades.
- Realizar una gran venta: aprender a tratar más efectivamente con los clientes.
- Ascender en mi trabajo: adquirir nuevas habilidades.
De esta manera, te enfocarás más en aquello que puedas controlar, y disfrutarás las pequeñas victorias. Sin dudas será un avance hacia la meta más grande que tienes delante.
Te presionas demasiado.
Es cierto que la fuerza de voluntad es necesaria para lograr nuestras metas. Pero también es cierto que a veces las distracciones son demasiadas… y que puede que no tengamos fuerza de voluntad para empezar. Lo cierto es que si logras convertirte en una persona disciplinada, no dependerás tanto de ella, ya que controlando las situaciones en las que te ves envuelto, tus acciones te ayudarán.
Supón que es jueves y tienes que presentar un proyecto importante mañana. Tus amigos te invitan a una fiesta, te aseguran que podrás volver temprano y que no habrá problemas. Pero sabes que, si vas, probablemente bebas, te acuestes tarde, y mañana no podrás rendir al 100%. Tu elección aquí es clara: evita la situación. No te hará falta fuerza de voluntad para volver temprano y no tomar, si simplemente te disculpas y te acuestas a una hora razonable. De esta manera, no te presionarás a hacer algo que terminaría haciéndote sentir frustrado de todos modos (ir a la fiesta y estar amargado pensando en lo que deberías estar haciendo). Parece difícil, pero la disciplina abre grandes puertas.
Experimentas sentimientos negativos.
Aburrirse es inevitable cuando aplicas la consistencia en tu vida. Supongamos que, en tu curso de escalada, sigues cayéndote de un sitio muy sencillo, cuando tus compañeros lo sortean con facilidad. Quizás la frustración te haga pensar que esto no es para ti, y sería mejor estar sentado en tu casa sin hacer nada. Pero, ¡espera! No entres en pánico todavía.
Puedes tomar tu rutina y darle un giro para que sea más atractiva, en cualquier ámbito. Por ejemplo:
- No dejes de practicar la escalada, pero hazlo intentando otra técnica.
- Capacítate en distintas áreas para estar mejor preparado para tu ascenso.
- Estudia distintas habilidades para ser un mejor vendedor.
- Encuentra maneras de hacer que las reuniones con tu equipo sean novedosas.
Los pequeños cambios harán que a una misma actividad que realizas le encuentres otro atractivo, y esto servirá para quitarle lo tedioso o frustrante. Después de todo, si tienes una gran meta frente a ti, la constancia es tu amiga para alcanzarla: los ganadores jamás renuncian, sólo quizás tomen una desviación, pero sin perder su objetivo de vista.
Constancia: palabras finales.


En esta publicación pudimos ver que, muchas veces, somos nosotros mismos quienes saboteamos el camino hacia nuestras metas. Pero también vimos que, con un poco de trabajo y atención, podemos facilitar nuestra vida: la constancia es una excelente herramienta que debemos aplicar en nuestro día a día. Y si bien a veces las cosas parecen complicadas, no hay que desanimarse.
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